Ningún país está excento de los males en la corrupción, y ésta a su vez, sigue afectando a la población en general mientras los políticos corruptos se valen de artimañas para escapar la opinión pública, se victimizan o entran en negación de lo que se les sindica. Para poner fin a la corrupción, el pueblo debería ejercer soberanía y convocar a una reforma constitucional para implementar el mandato democrático de la ley. Esto significa la separación de poderes, así como campañas de elección libres a los candidatos para cortar lazos simbióticos entre el gobierno y grupos empresariales que engendran la corrupción. Ver la Carta de Paz Permanente para más. §1.2 §4.3 §4.4 §4.10